PSICOTERAPIA al DESNUDO mediante UN CURSO DE MILAGROS por Irene Ortiz

Acabo de ver la película de Disney “Soul” con mis hijos, creo que esta era la quinta vez. Lo que más me llama la atención de esta película son esas almitas buscando su “chispa”, su propósito para bajar al mundo. Finalmente resulta que el propósito no es la misión del alma, es simplemente el deseo de vivir lo que las hace estar listas.


Me veo como la almita 22 de la peli, resistiéndome a encarnar una vida humana porque no
encuentra qué le motiva, ¡qué agotador! No sé cuántos talleres de encuentra tu propósito he hecho, cuanta psicoterapia del perdón buscando algo que me apasione… y ¡nada! resulta que no hay nada, no es un trabajo o una profesión o una tarea o una identidad… no hay nada que sea un propósito real que hacer en esta vida, porque nada aquí nos dice quién somos. Me salía un sarpullido cada vez que alguien me sugería que podía ser mi propósito ser una maestra de un curso de milagros: – con la que te gusta, lo bien que lo entiendes y esa mente ávida de ver más allá..- y yo me revolvía y entraba en la oscuridad, como cuando 22 se convierte en un alma en pena y se pierde.
Resulta que lo que le pasa a 22 no es que no sepa cuál es su chispa, sino que se deja llevar por las voces que le dicen que ella es la que no vale, no será capaz, no será suficiente, no sabrá vivir..
Justo ahí es el vacío en el que estoy hoy. Y ese es realmente mi miedo, no ser capaz.
Mi ejercicio de hoy dice que “no entiendo nada de lo que veo en esta habitación”, y es totalmente cierto, no entiendo nada.
Ser una maestra del curso, es simplemente vivir esta vida aplicando lo que he estudiado,
practicando el perdón a cada pensamiento de miedo que me acosa y compartir mi experiencia y este curso si me hace feliz. Nada más, y nada menos.
El Anexo dice que la psicoterapia tiene límites, que el resultado ideal rara vez se alcanza pero que siempre se progresa, tanto paciente como terapeuta avanzan a una nueva relación ajustada a su nueva necesidad. (P-2.I.1:4)
También dice que «la psicoterapia de por sí no puede ser creativa» (P-2.I.2:1), el único que
interpreta el progreso y el crecimiento es el ego. Porque «lo que está hecho de nada no puede calificarse como algo nuevo o diferente». Las ilusiones no tienen cambios ni mejorías, siguen siendo ilusiones.
La “meta ideal” de la psicoterapia es la meta del Espíritu Santo, es decir, «una serie de
encuentros santos en los que dos hermanos se encuentran para bendecirse y recibir la paz
de Dios» (P-2.I.4:1).
Después de leer esto, no queda más que decir y desde luego nada que interpretar, si cada vez que te encuentras con un hermano solo ves a Dios en él y recibes su paz, es que no tienes miedo en tu mente y recibes lo que das, que es lo que eres.
Dicho esto, hay un recordatorio: los maestros de Dios terapeutas son solo alumnos más
“especializados” que aprenden enseñando, y cuánto más avanzado más enseña y más aprende (P-2.I.4:4). Y siempre encuentra los pacientes que lo necesiten tal como es, en cada momento, pues será lo que uno puede enseñar hasta dónde el paciente puede asimilar.

“Todas las citas utilizadas con permiso son de Un Curso de Milagros, copyright ©1994, 2018, por Foundation for Inner Peace, 448 Ignacio Blvd., #306, Novato, CA 94949, www.acim.org e info@acim.org”